SOBRE EL COMIENZO INOLVIDABLE DEL ACADÉMICO LUIS EDUARDO BRIONES MORALES, PREMIO NACIONAL DE CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL DE CHILE, 2012
Lautaro Núñez Atencio
Luis Eduardo “Lalo” Briones Morales nació en la oficina salitrera Pedro de Valdivia cuando su madre, Elba Morales Núñez, nieta de nuestro bisabuelo Francisco de Borja Núñez Loayza y de Luisa Olcay Mendoza, delcercanoValledeQuisma(bautizadosentrelosaños 1843-1848), perfumaba los mercados salitreros con las frutas piqueñas. Mientras su padre, Alejandro, minero empedernido y comerciante, se movilizaba por todo el Desierto de Antofagasta. Lalo aprendió a caminar en el sector Resbaladero, junto a la “cocha” de Pica, y lo hizo tan bien que su andar interminable fue su mejor instrumento para sus exploraciones en el desierto tarapaqueño. Él sabía que estaba respaldado por un territorio, su espacio natural, donde ya había observado ese potencial insospechado de tantos sitios ya marcados en su mapa mental, aún embrionario. Acogió de sus ancestros tempranamente la tradición hispano-criolla junto a las raíces mestizas derivadas del componente Olcay, que nos acercó a la valoración igualitaria de ambos orígenes. Lalo podía cargar el anda de Nuestra Patrona Santa Rosa de Lima en las procesiones del Pueblo de Quisma e iniciar la celebración del Año Nuevo Aymara en su espacio hogareño de Poromita. Sin embargo, cuando lo invitaba a la festividad del santuario de la Tirana siempre tenía compromisos ineludibles... hasta que un día me confesó que muy niño se perdió allí un 16 de julio y después de varias horas recién lo encontró llorando su “mamita” ...
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